El legrado o curetaje consiste en la limpieza o raspado de la cavidad uterina para extraer la mucosa que recubre el interior del útero, el endometrio. El instrumento quirúrgico que se emplea tiene el nombre de legra o cureta, de ahí proviene su nombre.
Existen dos tipos de legrado: el legrado ginecológico y el legrado obstétrico. El ginecológico se practica en mujeres que tienen algún diagnóstico derivado de problemas durante su menstruación o la menopausia.
El legrado obstétrico se realiza para suspender un embarazo. En este procedimiento se eliminan los tejidos que se forman cuando una mujer ha estado recientemente embarazada.
El legrado debe realizarse en un hospital con personal calificado y condiciones estrictas de higiene y atención por lo que requiere de instalaciones y equipamiento de un quirófano como tal. No es necesaria la hospitalización, pero es necesario permanecer unas horas en el centro donde se realice.
De acuerdo a la Secretaría de Salud, las complicaciones más serias asociadas al legrado uterino instrumental (LUI) incluyen la perforación uterina y la lesión cervical. La evidencia médica señala que es preferible la aspiración manual endouterina (AMEU), pues disminuye el sangrado, dolor y tiempo del procedimiento. Prácticamente no hay razón para optar por el legrado uterino en la interrupción del embarazo antes de la semana 12, sin embargo, aunque la AMEU sea la opción recomendada, hay contextos en los que aún no se cuenta con ella.
Fuente:
Alarcón, M. (2007). El legrado uterino, indicaciones, beneficios y riesgos.