En lo que respecta al ámbito sexual, el término «virginidad» no posee una base médica, científica o comprobable. Por el contrario, se trata de una construcción social utilizada para controlar la actividad sexual de las mujeres y las niñas.
Históricamente, la virginidad ha sido relacionada con la abstinencia sexual, al igual que la castidad. Su significado se ha ligado a valores éticos o religiosos y puede tener impacto en la posición social y las relaciones interpersonales.
La Organización Mundial de la Salud considera que la virginidad es un constructo social(1) que se utiliza para ejercer control sobre mujeres y niñas, y es un tipo de discriminación de género que puede resultar dañino.
Hablemos un poco de sus orígenes, las aclamadas “bases científicas” de ella, así como la realidad de este mito tan perpetuado en nuestra sociedad.
La virginidad a través de la historia
Un buen primer paso para empezar a hablar sobre la virginidad es conociendo su historia y por qué se comenzó a transformar en símbolo de castidad, armemos una línea del tiempo.
Durante el siglo XII A.C. en la cultura romana, el concepto de virginidad surgió gracias a las Vírgenes Vestales(2), quienes eran sacerdotisas de la diosa Vesta, quien es la diosa virgen de la chimenea, el hogar y la familia en la religión romana. Ellas debían mantener su pureza y castidad absoluta por 30 años. Si quebrantaban sus votos, eran castigadas con extrema crueldad: las enterraban vivas en el Campus Sceleris («Campo de malicia»).
De la mitología al cristianismo
Como se mencionó anteriormente, existían diferentes diosas vírgenes y la antigua Grecia no era la excepción. Durante el apogéo de Grecia (aproximadamente entre 499 a.C. y 323 a.C) se empiezan a crear ideales alrededor de la virginidad y la castidad, por ejemplo, se creía que las mujeres vírgenes debían tener pezones rosados, pequeños y respingados, mientras que las mujeres que no eran vírgenes tenían pezones oscuros, grandes y caídos. Además, la virginidad se consideraba como la más elevada de las virtudes. En la mitología griega aparecen tres diosas vírgenes en el Olimpo: Artemisa, Atenea y Hestia. Siendo Artemisa una de las deidades más ampliamente veneradas, era la diosa encargada de la caza, los animales salvajes, la naturaleza, el parto, la virginidad y protectora de las jóvenes.
Las culturas posteriores continuaron honrando a estas deidades mediante diversas expresiones artísticas, rituales y costumbres. Estas diosas, así como en el contexto en el que surgió, dieron paso a la idea de la virgen María quien da a luz al niño Jesús y con él a todas las creencias cristianas de la purificación y la castidad.
La virginidad ha sido un tema importante en la historia del cristianismo, especialmente en su relación con la figura de la madre de Jesús. Según la tradición cristiana, María fue concebida sin pecado original y mantuvo su virginidad antes, durante y después del nacimiento de Jesús.
La virginidad se considera un valor espiritual y moral en el cristianismo, y se espera que los creyentes mantengan la abstinencia sexual hasta el matrimonio. Esto se refleja en la doctrina de la Iglesia Católica, que promueve la castidad y la abstinencia antes del matrimonio, y la fidelidad dentro del mismo. El aumento de la importancia de María como virgen condujo a que los primeros cristianos consideraran el sexo como un pecado, contrario a la abstinencia y al celibato, que eran vistos como el modo de vida ideal para las mujeres cristianas.
En la historia cristiana, ha habido movimientos y grupos que han enfatizado la importancia de la virginidad, como los hermanos y monjas que han hecho votos de castidad y dedicado sus vidas al servicio de Dios. También ha habido debates sobre la interpretación adecuada de la virginidad y su papel en la vida religiosa, y se han producido cambios en las actitudes hacia la sexualidad en la Iglesia a lo largo del tiempo.
La cultura de la virginidad
Saltamos en el tiempo al siglo XI, en el año 1200 se difunde el manual «El secreto de las mujeres», diseñado para que los médicos pudieran identificar si una mujer no era virgen basándose en su comportamiento y en ciertos cambios físicos que pudiera experimentar.
Entre estos cambios se incluían el miedo a caminar, hablar o mirar a los hombres, e incluso se creía que la orina de las vírgenes era clara y blanca. El objetivo de este manual era permitir que los médicos verificaran la virginidad de la paciente sin tener que tocar su vagina.
Para el año 1625, los ginecólogos comenzaron a adquirir un papel destacado en el campo de la medicina, y se les exigía verificar la virginidad de sus pacientes. Sin embargo, se consideraba un acto impuro e irrespetuoso tocar la vagina de la mujer, por lo que debían buscar otras formas para realizar esta verificación.
En 1910 se popularizó la llamada «prueba de virginidad» y se desarrollaron ciertas medidas para llevarla a cabo, como la creencia de que el diámetro vaginal de una mujer virgen era de un solo dedo, mientras que en las mujeres no vírgenes se podían introducir dos o tres dedos. Sin embargo, con el tiempo se descubrió que estas medidas no eran científicamente precisas ni estaban relacionadas con la condición de «virginidad».
La historia está plagada de instancias similares, desde rituales de boda donde la sábana debe estar manchada de sangre, donde incluso algún familiar o “aval” tenía que estar presente durante la primera relación sexual para garantizar que la esposa hubiese llegado vírgen al matrimonio, quiénes no sangraban se les consideraba impuras y en ocasiones eran castigadas de diferentes maneras dependiendo la cultura; hasta ideas erróneas que prevalecen en nuestra sociedad, lastimando el camino de mujeres, niñas y personas con vulva hacia el inicio de su vida sexual.
La ciencia detrás del mito, el himen
El himen(3) es un tejido delgado y carnoso que se encuentra en la entrada de la vagina, pero hay muchas ideas equivocadas al respecto.
Muchas personas creen que el himen cubre completamente la entrada de la vagina y que se rompe o desgarra durante el primer acto sexual. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el himen ya tiene un agujero lo suficientemente grande para permitir la menstruación y el uso de tampones.
Algunas personas nacen con un himen tan delgado que parece que no tienen uno en absoluto, mientras que otras tienen uno que cubre toda la entrada de la vagina o tiene un agujero muy pequeño. En estos casos, puede ser necesario que un profesional médico retire el tejido extra mediante un procedimiento sencillo. Como sucede con cualquier otra parte del cuerpo, el himen de cada persona es único y puede variar en tamaño y forma.
Existen diversos tipos de himen, entre ellos:
- Himen anular: es el tipo más común y se caracteriza por tener un orificio en el centro que permite el paso de la sangre menstrual.
- Himen cribiforme: se presenta cuando el orificio del himen tiene varios agujeros pequeños.
- Himen septado: se forma cuando una porción del himen cubre el orificio de la vagina, creando dos orificios separados.
- Himen complaciente: se caracteriza por ser más elástico y flexible que otros tipos de himen, lo que lo hace menos propenso a romperse durante la primera relación sexual.
Es importante recordar que el himen no es una medida confiable de la virginidad o la actividad sexual previa, ya que puede variar considerablemente en forma y tamaño. Además, no todas las personas con vulva tienen un himen y su ausencia no indica necesariamente actividad sexual previa.
En la cultura popular actual, existen muchos mitos sobre el himen que son representados en la televisión, libros, y otros medios. A menudo se cree erróneamente que la mayoría de las mujeres sangran la primera vez que tienen relaciones sexuales y que se puede distinguir fácilmente a una persona virgen de una que no lo es. Sin embargo, estos mitos no son ciertos, sino que son una construcción social que ha sido desmentida por la ciencia.
¿Ha evolucionado el concepto de virginidad?
La palabra «virgen» tuvo un significado más limitado en el pasado, refiriéndose exclusivamente a personas, principalmente mujeres, que no habían tenido relaciones sexuales. Con el tiempo, este término ha evolucionado y ahora se comprende de diferentes maneras, que incluyen conceptos tradicionales, modernos y éticos.
La definición de la “pérdida de la virginidad” es subjetiva y varía entre individuos heterosexuales o personas homosexuales con pene. Algunas personas pueden creer que la pérdida de la virginidad solo ocurre con la penetración vaginal o anal, mientras que otras personas con diferentes orientaciones sexuales pueden incluir actividades como el sexo oral o la masturbación mutua en sus definiciones, incluyendo también el uso de juguetes sexuales.
Es importante mencionar que para las personas que son parte de la comunidad LGBT+ la noción de virginidad es heteronormativa e inaplicable a muchas experiencias no heterosexuales, principalmente en relaciones sáficas o entre dos personas con vulva.
Lamentablemente, la virginidad sigue siendo un concepto significativo en muchas culturas y puede afectar la posición social de una persona de diversas maneras.
Acabando con el mito
Actualmente, muchas personas consideran que el concepto de virginidad es obsoleto y puede generar una presión innecesaria en cuanto a tener o no tener relaciones sexuales.
La importancia que se le da a la “primera vez” es completamente personal. Es recomendable que cada persona reflexione sobre cómo se siente con respecto a este tema antes de tener relaciones sexuales para poder comunicar sus sentimientos a su pareja sexual, sea o no romántica.
La idea de virginidad se percibe como demasiado restrictiva para una sociedad cada vez más diversa y tolerante, lo que lleva a cuestionar si debería ser eliminada por completo o modificada en su definición.
En lugar de abolir completamente el concepto de virginidad, algunas personas sugieren reformarlo(4) para que refleje la diversidad de experiencias y orientaciones sexuales. Esto puede incluir expandir la definición del inicio de la vida sexual para incluir otras actividades, como el sexo oral, anal o la masturbación mutua.
También puede incluir la eliminación de la carga de vergüenza o culpa asociada con la pérdida de la virginidad y la promoción de una conversación más abierta y honesta sobre la sexualidad. Al final, lo más importante es que cada persona defina su sexualidad y experiencias de acuerdo a sus propias necesidades y deseos, sin sentirse obligados por normas sociales obsoletas.
No se pierde la virginidad, se inicia la vida sexual.
Si se redefine la virginidad como algo relacionado con experimentar algo erótico por primera vez en lugar de limitarlo a la penetración vaginal, se eliminaría su estigma y se ampliaría su alcance. Al hacer algo nuevo en el ámbito sexual, se podría decir que se ha «perdido la virginidad» en esa práctica en particular.
Esta redefinición podría ser una forma de renovar el término y poner en relieve su significado obsoleto. En lugar de centrarse en lo que se pierde, se podría enfocar en lo que se aprende. Además, esta nueva definición incluiría todas las formas de diversidad sexual, sin presionar a nadie en función de su género y asegurando que todas las expresiones de la sexualidad estén representadas.
Siempre es importante recordar que sin importar tu experiencia, existe el riesgo de contraer alguna ITS o tener un embarazo no planeado. Por lo que la Educación Sexual Integral desde la infancia, así como utilizar protección al iniciar la vida sexual, es de vital importancia y debe ser prioridad. Si tienes dudas envíanos un mensaje en la burbuja de WhatsApp en la esquina inferior derecha, nuestras consejeras podrán acompañarte a elegir el mejor anticonceptivo para tu estilo de vida.
(POST INSTA)
Fuentes
1 Organización de las Naciones Unidas (2018), Tomado de: Organismos de las Naciones Unidas piden que se prohíban las pruebas de virginidad.
2 Abel G. M. para National Geographic (2020), Tomado de: Vestales, Las Guardianas del Fuego Sagrado en Roma.
3 Nina Dølvik Brochmann, Ellen Støkken Dahl (2020, Tomado de: El fraude de la virginidad.
4 Jesse Stanifoth para BBC News (2021), Tomado de: Por qué deberíamos cambiar el concepto de «perder la virginidad». Lakeisha Goedluck para VICE (2016), Tomado de: La historia de las vírgenes en el arte